sábado, 27 de junio de 2009

ALEJANDRÍA Y TU VENTANA


Fuimos extranjeros en tierra sin apellido ni ley. Entre nosotros también lo eramos, tu: hombre, yo mujer. Las calles de tierras coloradas nos teñían las plantas de los pies, alrededor, tanta bulla: el comercio, el trueque, tirones de telas azulinas y verdes, formando un océano de gritos y giros , oleaje. Decidimos tomarnos de la mano, porque nos reíamos y no sabíamos de qué, tal vez de los otros dialectos, del calor de la mañana, el mar susurrandonos,pero no a nuestra vista, de ser dos y no ser parte de nada y a la vez escarmenandonos en esa realidad incontrolable y viva...Un tendero nos sonrió complice y nos regaló retazos de sedas de colores que dejaban su estela en los muros de cal blanca, los tomamos y volvimos a nuestro cubil. No parábamos de sonreír, extraños, extranjeros, extremos ¿ sabes? Estábamos irremediablemente vivos !Sin palabras, me prestaste una de tus camisas blancas, mientras tu ya te la abrochabas...tomé las sedas y quebré la solemnidad, una para ti, esta otra, para mi..y así nos atamos de esos tintes al cuello, reíamos más de nuestras corbatas...la patria la teníamos en el alma...en los rumores de la gama de tonos, meciendose desde nuestro cuello hasta nuestro ombligo juguetón, teníamos música, la aventura y la no pertenencia nos hacía libres, hacía el mar, la tierra de nadie era nuestro señuelo para recorrerla, vivos, en un latido tras otro...y la risa saltarina.El cielo lo vimos tan azul que cuando vimos el mar parecía negro..la risa volvió, teníamos vida. De pronto el viento marino se levantó y agitó nuestras ropas, más risa, pareció que las olas también palpitaban, tratando de tironearnos el color, la vida y la risa......